La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

jueves, 28 de abril de 2016

ESCRIBANO NÉSTOR ONSARI. IN MEMORIAM


Ante la reciente noticia del fallecimiento del escribano Néstor Onsari, presidente del Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora y destacado investigador y publicista de la historia de la comarca sur del Riachuelo de los Navíos, viene a mi memoria, como un rápido reflejo verbal,  aquello que un ministro nacional le escribió a César Adrogué, con motivo de la muerte de su padre, don Esteban: cualquier palabra que pudiera yo expresarle en este momento, sería inferior al motivo…

Más allá del afecto amical y del respeto intelectual que su figura despertaba en mi ánimo desde hace más de treinta años (y que el paso del tiempo contribuyó a aumentar), mi primera reflexión, de profundis, desde la hondura de la pena, es la certeza de que Néstor deja un vacío en la tarea, siempre ardua, de preservar, difundir y defender la memoria histórica del partido de Lomas de Zamora y su patrimonio edificado. Un vacío que será virtualmente imposible de completar; al menos no del mismo modo ni con el mismo sello personalísimo que él le imprimía a la materia, con su carácter vehemente, con su personalidad ya casi consular en el medio local, y con sus aquilatadas filiaciones masónicas que él supo honrar como un legado ancestral.

Ahora que su patria es el infinito espacio del recuerdo, comienza para sus amigos y colegas, la tarea de evocarlo con justeza, de rescatar sus muchos escritos (tantísimos inéditos) y de valorar su herencia intelectual y humana.

Y como solía abreviarse en la antigua epigrafía sepulcral cristiana, tan amigable respecto de las tradiciones esotéricas masónicas, para el escribano Onsari, para nuestro amigo Néstor decimos: L.AE.L.ELux Aeterna Lucet Eius… (y yo sé que, dondequiera que esté ahora, disfrutará este latinazgo…).

oadm
28-IV-2016


miércoles, 20 de abril de 2016

LA CAPILLA FUNERARIA DEL CARDENAL SANTIAGO LUIS COPELLO


Foto Fernando Leanza-Zonda Media 2016


Durante el rodaje de la serie Patronos & Herederos-Memorias de la Fe, Oscar Andrés De Masi nos abre las puertas de la capilla sepulcral del cardenal Copello, en la cripta de la Basílica del Santísimo Sacramento, en la ciudad de Buenos Aires.

Un monumento funerario de gran simpleza formal (apenas un sarcófago de mármol travertino y un relieve en mármol blanco que representa a Jesús orando en el Huerto de los Olivos) y epigráfica.

La capilla sepulcral fue proyectada por el arquitecto Lorenzo Barra para albergar los restos de Copello, que falleció en Roma en 1967 y pidió ser sepultado en aquel recinto custodiado por los padres sacramentinos.

Santiago Luis Copello había sido privado de su sede arzobispal de Buenos Aires, tras la caída del gobierno de Perón y encontró un exilio dorado en la curia vaticana. Fue el primer cardenal argentino e hispanoamericano.


Foto Fernando Leanza-Zonda Media 2016


jueves, 7 de abril de 2016

HALLAZGO ESCULTÓRICO FUNERARIO EN EL CEMENTERIO CENTRAL DE SAN ISIDRO: UN MEDALLÓN OBRA DE ALBERTO LAGOS



Este bien artístico funerario ha sido identificado en el marco del trabajo integral sobre el Patrimonio escultórico y conmemorativo de San Isidro, que vengo realizando con la colaboración de la arquitecta Marcela Fugardo.

Se trata de una de las pocas piezas artísticas originales (es decir, no fabricadas en serie) y cuya autoría se debe a un célebre artista argentino, que hallamos en el Cementerio Central de San Isidro. Los encargos de piezas funerarias privadas, aun de menor escala, venían a suplir, para muchos escultores, la encomienda de grandes monumentos públicos. Estos últimos no eran, obviamente, una oportunidad que se presentara con frecuencia, aun cuando algunos artistas (como el caso de Lagos) supieron sacar provecho de las demandas monumentales para el espacio público.

El perfil izquierdo de Horacio Beccar Varela ha sido representado en un medallón o “tondo” de bronce que exhibe la pátina de los años. Con excepción de la oreja, el resto de las facciones y, precisamente, los cabellos, han sido sumariamente trazados por el escultor. La acentuación de las masas musculares del rostro y del cuello, y el marcado trazo del pómulo, confieren al retrato un dinamismo expresionista y, a la vez, una impronta consular que remite a los retratos heroicos clásicos y a su intención de inmortalizar al retratado.