La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

domingo, 16 de julio de 2017

EL TRASLADO DE RESTOS DE PRÒCERES: UNA PRÁCTICA RECURRENTE EN LA NECROFILIA PATRIÓTICA (A PROPÓSITO DE LOS RESTOS DE MONTEAGUDO)

Foto María Fernanda Gómez (2016)


Por Oscar Andrés De Masi
Para http://viajealossepulcros.blogspot.com.ar
Junio 2017


Sin demasiada publicidad, en el mes de junio de 2016, fueron trasladados los restos de Bernardo de Monteagudo desde el cementerio de la Recoleta, donde yacían discretamente en el mausoleo del General Riccheri, antes "panteón" de la Sociedad de Beneficencia.

La decisión del traslado había sido autorizada por la Comisión Nacional de Monumentos en sesión del 16 de diciembre de 2014, en contradicción con su propia y sostenida jurisprudencia en la materia. Quizás el hecho de que entonces la Comisión estuviera presidida por un funcionario sin ninguna trayectoria en los temas patrimoniales pueda explicar esta ignorancia de los antecedentes, aunque la decisión se justificó en razones sentimentales, como el supuesto cariño del pueblo tucumano… hacia un prócer que construyó su vida pública en Buenos Aires, en Chile y en Perú…Y también en razones de "cholulismo" patrimonial: la poca visibilidad de la tumba en el cementerio de la Recoleta…

Me he referido a estas cuestiones funerarias de tráfico de restos, en mi ensayo Sepulcros Históricos Nacionales. Evolución de su tratamiento jurídico y patrimonial y repertorio fotográfico de época (ver cuarta parte, p.35).

Recuerdo, durante mi paso por el organismo, que en sesión del 5 de setiembre de 2009, se negó el permiso para trasladar los restos de Amado Bonpland, desde el cementerio de Paso de los Libres, en Corrientes, a la localidad que ostenta el nombre del científico, en la provincia de Misiones. Con aquella decisión coincidía, además, la opinión de los descendientes del sabio y de estudiosos del Museo de Paso de los Libres. La resolución adoptada presentaba perfecta continuidad y consistencia con anteriores decisiones ante otros casos como los del general José María Paz, el Deán Funes y el Dr. Dalmacio Vélez Sársfield.

En aquel triple caso, acaecido en 1942, se intentó trasladar los restos desde la Recoleta a la provincia de Córdoba. La Comisión se opuso. Levene sostuvo que, en caso de autorizarse, no iba a ser extraño que otras provincias intentaran similares gestiones. Tenía razón. Por su parte, Udaondo agregó que no veía motivo para el traslado, toda vez que los sepulcros se hallaban perfectamente conservados; más aún, en el caso del general Paz, recordó que ante un pedido análogo, años atrás, los descendientes se habían opuesto al traslado. Pero, más tarde, tras el golpe de 1955, los restos fueron llevados a Córdoba manu militari, a tono con el manejo institucional del país...

En el caso de Funes, también ocurrió el traslado, pero la Comisión ni siquiera fue consultada porque el decreto lo expidió el Ministerio del Interior ¡sin pase previo al organismo! Ante la queja de la Comisión el decreto fue rectificado, pero los restos ya habían sido trasladados. Cuando años más tarde se pretendió trasladar el sepulcro entero de Funes emplazado en la Recoleta, la Comisión se opuso, esta vez con éxito, y esta acción sirvió como antecedente para un texto modificatorio de la Ley 12.665 que reza: "Los monumentos históricos no podrán ser destruidos, transformados, alterados ni trasladados de su emplazamiento originario".

Cabe aclarar que los primeros sepulcros declarados por la gestión de Levene, asumieron la categoría jurídica de monumentos históricos nacionales, ya que el tipo legal del sepulcro histórico recién fue creado en 1947, mediante un decreto que firmó el Presidente Perón.

Otro caso recurrente fue el de Juan Bautista Alberdi, cuya tumba fue declarada monumento nacional en 1946, pero, muchos años más tarde, vaciada de los restos con destino a su provincia natal. Hubo intentos también de remover el monumento entero y llevarlo a Tucumán, que, afortunadamente, no se concretaron. En aquella instancia, la actuación conjunta del entonces director del cementerio (el Dr. Carlos Francavilla) y la Comisión Nacional (que presidía Juan Martín Repetto y que yo integraba como Vocal secretario) impidió la pérdida del cenotafio artístico debido a la mano de Camilo Romairone.

Prevaleció entonces el criterio "leguleyo", en el sentido de que, habiendo recaído en 1946 sobre ese sepulcro la categoría de "monumento", la ausencia de restos en nada modificaba la vigencia de su declaratoria y su consecuente intangibilidad.

También Facundo Quiroga estuvo a punto de ser exhumado y mudado, en un episodio que les contaré en otra ocasión.

El caso del traslado de los restos de Monteagudo es lamentable, porque, como dije antes, presenta a la Comisión en el doblemente triste rol de a) contradecir su propia jurisprudencia (establecida desde los tiempos fundacionales de Ricardo Levene); y de b) contribuir al vaciamiento de la Recoleta como "Panteón simbólico".

Además, si tras la mudanza de los restos se pretendiera la mudanza del monumento entero (no sería ciertamente el caso de Monteagudo), estaríamos ya ante una alarmante deconstrucción física del enterratorio y de sus elementos artísticos y urbanísticos auténticos, entendidos como un todo simbólico y patrimonial. El antecedente, como había profetizado Levene, no es alentador. Fíjense Ustedes (y hagan la prueba in situ) la pérdida de focalidad (y el inexplicable vacío visual) que ocurriría, si se retirara el cenotafio de Alberdi, el cual hace perfecto pendant, diagonal de por medio y en el extremo opuesto, con el mausoleo de Valentín Alsina.

La decisión de la Comisión de Monumentos no pudo, obviamente, ser resistida por las autoridades del cementerio. Lo curioso es que algunos vocales que antes habían votado en contra del traslado de los restos de Bonpland, ahora entraban en contradicción consigo mismos y votaban el traslado de un Monteagudo, nacido sin duda en Tucumán, pero que jamás dejó estipulado que quisiera ser sepultado en aquella provincia… ¿Será que han recibido mensajes de ultratumba de Monteagudo?



2 comentarios:

  1. Oscar, fui una de las personas presentes cuando se hizo el traslado de los restos de Monteagudo ya que mi madre era descendiente de este prócer.
    La ceremonia fue muy íntima pero solemne. Lo que me llamó la atención es que cuando llegó a Tucumán le cambiaron la urna por una hecha por un artesano local.
    Consulté con la persona que hizo la gestión para el traslado de las cenizas el por qué de este cambio y me dijo que la urna estaba muy dañada y que la urna original se encuentra ahora en un museo de San Miguel de Tucumán.
    Quedo a tu disposición para enviarte fotografías y el artículo periodístico de Tucumán que anuncia la llegada de los restos de Monteagudo.

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  2. Gracias por el comentario Helena. No dudo que la ceremonia haya sido correcta. Pero, más allá de tal o cual urna, el post apunta a otra cuestión: la praxis del traslado de restos de próceres, sin relación causal con la voluntad traslaticia de ellos. Si cada sitio natal reclamara los restos de "su prócer", la Recoleta se vaciaría como panteón simbólico.
    OADM

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